"Y qué vestido llevará ella/ a todas las fiestas de mañana", cantaba Nico en el escenario, al frente de la Velvet Underground, arrebatada en esa certidumbre extraña que es mirar hacia delante con esperanza y celo. Ahora que la selección de fútbol ha vuelto a regalarnos esta fiesta, esta concesión de gloria a pie de calle, es cuando buscas en el espejo en busca de un traje para la ocasión. Porque los compañeros de periódico se han pintado las mejillas de rojo y gualda, las banderas flamean en los balcones y es fácil recordar a Churchill y su “nunca tan pocos hicieron tanto para tanta gente en tan poco tiempo”.
Nos hemos olvidado de todo porque casi nada importa más ahora que este equipo que nos ha vuelto locos tumbando a media Europa en seis asaltos. Aunque ‘todo’ sea pagar la hipoteca todos los meses, esas minucia. Que España se convierta en campeona de Europa es un festín inesperado de delirio, una de esas fiestas de mañana que ya presentíamos ayer, como presentíamos una bicicleta cuando se acercaba el día de la Comunión, como un día intuíamos el beso probable de aquella chica guapa que nos miraba demasiado y como Nico veía venir su improcedente despido.
Daba igual lo que la juguetona España hiciera anoche frente al cemento armado alemán... ¡mentira! La pulsión desbocada de las masas bebe de la varita genial de Xavi, del taconazo de Iniesta, de la galopada de Torres, del manotazo de Casillas, de los gritos de Puyol. Pero sólo come de la victoria. Sólo nos valía levantar el trofeo, y en esas estamos, abrazando a un desconocido en el bar, dándole al champán y quemando la batería del móvil para mandar un sms que podría firmar Manolo el del bombo. Feliz y dulce resaca.
lunes, 30 de junio de 2008
lunes, 23 de junio de 2008
La mala educación
De todas las innatas actitudes del paisanaje nacional, quizá la más aborrecible es la pertinaz costumbre de hablar en voz alta en cines, museos, teatros, conciertos y cualquier manifestación artística que requiera del silencio y la calma para con la obra y, casi más importante aún, para el disfrute del prójimo. Desconozco si lo llevamos en los genes e imagino que aquello del carácter mediterráneo no lo aguanta todo, porque además de un falaz tópico, identificar alegría con voces, improperios y bochorno es más que inasumible. Hablamos porque siempre tenemos algo importante que decir, creemos, en una lamentable presunción.
El concierto de Rufus Wainwright en la Plaza Mayor puso en evidencia a un público que se arropa en los mantos de la cultura, pagado de sí mismo en su ignorancia y falta de respeto a las reglas mínimas del juego entre artista y público. Un público que no habría desentonado en la peor cantina de carretera cualquier sábado por la noche. Es cierto que la propuesta del canadiense, sólo su trémula voz y un piano sobre el escenario, quizá no era la ajustada para un marco tan grande como es el del ágora. Pero eso no justifica los bochornos gritos, el murmullo elevado a ruido, el cerril ‘botellón’, el trajín de espaldas, directamente, al escenario.
Ver a un intérprete de la talla de Wainwright era gratis y quizá ése fuera el problema. Eso, y que Machado siempre acaba por tener razón: “Pobre del necio, que confunde valor y precio”. Nos quejamos de que en Salamanca no se celebren conciertos de renombre, y cuando llega un tipo de la sensibilidad del bueno de Rufus, íntimo, en los huesos en lo musical, obeso de talento, se lo come un murmullo sordo y negligente. En fin.
(Tribuna de Salamanca, 14 /06/08)
lunes, 16 de junio de 2008
La experiencia Nocilla
No leí ni una sola referencia en los medios de comunicación locales, probablemente cegados por el Festival Internacional de las Artes. Estuvo en la Casa de las Conchas, el pasado viernes, Agustín Fernández Mayo. Hablando de "su libro". Pero no sólo. Este tipo es el autor de Nocilla Dream y su segunda parte, Nocilla Experience quizá los dos libros más extrañamente turbadores que se han publicado en España en los últimos cinco años.
Dos obras singulares y locas, disparadas, tristes, impresindibles, encuadradas en esa corriente a contracorriente que algunos, como Vicente Verdú, dan en llamar el fin de la novela. Y todo comenzó en un blog. Creo que el video que está arriba habla por sí solo. Amigos esonosediceros, Mundo hostil, me comprometo a prestar cualquiera de los dos a aquél que me lo pida, a cambio de cualquier otra recomendación literaria.
Os dejo dos enlaces, el primero de ellos a su blog personal.
http://www.alfaguara.santillana.es/blogs/elhombre
http://www.candaya.com/nocilladream.htm
Dos obras singulares y locas, disparadas, tristes, impresindibles, encuadradas en esa corriente a contracorriente que algunos, como Vicente Verdú, dan en llamar el fin de la novela. Y todo comenzó en un blog. Creo que el video que está arriba habla por sí solo. Amigos esonosediceros, Mundo hostil, me comprometo a prestar cualquiera de los dos a aquél que me lo pida, a cambio de cualquier otra recomendación literaria.
Os dejo dos enlaces, el primero de ellos a su blog personal.
http://www.alfaguara.santillana.es/blogs/elhombre
http://www.candaya.com/nocilladream.htm
viernes, 13 de junio de 2008
El lugar común (II)
En el periódico, ese pedazo de papel que mancha y miente, el tópico vive su luna de miel en dos secciones: sucesos y deportes.
En la primera, casi tiene una legitimidad que eleva su rango al de verdad indiscutible. El lector disculpa al redactor y al fotógrafo cuando de lo que se habla es de vísceras, muerte, dolor. El vistazo al titular recrea una historia en la que el interés por los detalles agrada tanto como el placer morboso que éstos inculcan. En una relación directamente proporcional.
En deportes, sobra un vistazo a las abigarradas secciones de partidos locales para comprobar que lo de más es si el Fruterías Pepita recuperó la verticalidad ofensiva a partir del minuto 40 o en el 80. Lo que cuenta es el resultado y el resto es una engañifa. Caso parecido es el de presentaciones de fichajes y lo mismo ocurre en ruedas de prensa para presentar torneos, campeonatos y patrocinios. Otro placebo.
A veces, las crónicas de partidos a cinco columnas son un respiro. Uno confía en encontrar algo de literatura allí y, rascando un poco, retazos de verdad. Y a veces ocurre. La razón es simple: el lector suele conocer el resultado del encuentro de antemano. Al redactor no le queda más remedio que inventar. Y en esa invención es donde centrifuga las dos horas de partido y, de verdad, habla de algo cierto.
lunes, 9 de junio de 2008
El lugar común
De todos los males que acucian al periodista, muchos y variados, quizá el más reprobable sea el del lugar común. Si alguien debe alejarse del tópico, de lo manido, de lo mil veces visto y oído, es ese tipo que aporrea el teclado a diario en busca de un aliento de verdad.
Porque de eso se trata, de decir la verdad o de recrearla, resucitarla, desentumecerla y venderla con un lacito a cambio de un euro y algo de voluntad. Lo primero es obligación, con muchos matices, pero obligación. Lo segundo, un recurrente simulacro. En esta curiosa profesión, nadie debería escribir nada que no le apeteciera leer al día siguiente. Nada que él mismo no crea imprescindible para el que está al otro lado, el lector. En un mundo menos utópico y más real, todos acabamos por hacerlo, tarde o temprano. Es cierto que a veces escribimos sobre algo que nos pone. También que a veces no. En cualquiera de los dos casos, el tópico asesta un navajazo mortal a la veracidad. Y aburre, lo que es casi peor.
No hablo del "de las antiguas pesetas", o del "espectáculo dantesco". Pretendo ir más allá. Hay toda una bibliografía dedicada a erradicar los malos hábitos de redacción. Lo que suele estar viciado desde el inicio son los enfoques, los puntos de vista. De todos modos, os dejo con este enlace sobre algunas de las expresiones más manidas:
http://erbauermpsm.blogspot.com/
Porque de eso se trata, de decir la verdad o de recrearla, resucitarla, desentumecerla y venderla con un lacito a cambio de un euro y algo de voluntad. Lo primero es obligación, con muchos matices, pero obligación. Lo segundo, un recurrente simulacro. En esta curiosa profesión, nadie debería escribir nada que no le apeteciera leer al día siguiente. Nada que él mismo no crea imprescindible para el que está al otro lado, el lector. En un mundo menos utópico y más real, todos acabamos por hacerlo, tarde o temprano. Es cierto que a veces escribimos sobre algo que nos pone. También que a veces no. En cualquiera de los dos casos, el tópico asesta un navajazo mortal a la veracidad. Y aburre, lo que es casi peor.
No hablo del "de las antiguas pesetas", o del "espectáculo dantesco". Pretendo ir más allá. Hay toda una bibliografía dedicada a erradicar los malos hábitos de redacción. Lo que suele estar viciado desde el inicio son los enfoques, los puntos de vista. De todos modos, os dejo con este enlace sobre algunas de las expresiones más manidas:
http://erbauermpsm.blogspot.com/
viernes, 6 de junio de 2008
Bienvenido a Marte
El día que el hombre pisó la Luna, Miles Davis ya tenía en la cabeza 'Bitches Brew', la continuación del infinito A 'Kind of Blue'. Un mes después, se encerró en un estudio y lo grabó en tres días. Él no lo sabía, pero en su pequeño estudio de sonido de California, dónde si no, estaba mucho más cerca de Marte que Neil Armstrong. En lugar de dar saltos ridículos por una roca absurda, inhóspita y polvorienta, Davis imaginaba un planeta rojo en el que algún día hubo agua. Tres años antes que Ziggy, la criatura de Bowie, Davis ya estaba allí. Entonces fue cuando dijo aquello: “el silencio es el ruido más fuerte de todos”.
Este blog no es un diario. Este blog no es un arma, aunque esté cargado. Este blog no va a salvar tu vida. Ni la mía. Este blog no trata de nada que no sea absolutamente prescindible. O quizá sí.
En todo caso, bienvenido. Ponte cómodo.
Te va a encantar el rojo.
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