miércoles, 18 de febrero de 2009

La gente va muy bien


No pensamos por corrientes de opinión, como creíamos, lo hacemos por espasmos. Hablamos de violencia de género cuando los informativos se llenan de sangre. De eutanasia cuando los padres de una chica que lleva en coma 16 años se enfrentan a un gobierno que hace todo lo posible por evitar el fallecimiento. Hablamos del cambio climático cuando la nieve nos bloquea en la A-6. Es decir, que opinamos de todo un poco sin saber de nada y casi siempre tarde.

Que hablamos mucho, y casi siempre mal, porque llevarse las manos a la cabeza cuando ya es demasiado tarde sólo sirve para hacer gimnasia pasiva con los brazos. Es decir, que en la maraña de sobreinformación que nos zarandea, opinar es como tocar el piano con los guantes de boxear puestos.Una torpeza. Pasma la ligereza con la que juzgamos, con igual soltura, a un presunto asesino en serie y a un árbitro que concedió un penalti injusto a favor del Barcelona. Nos gusta resolver a las bravas y a otra cosa.

En alguna realidad paralela debemos de ser diferentes; más instruidos, más precavidos, más fríos con lo que debemos serlo. Menos morbosos y mejores. Ni llenaríamos platós de televisión ni, seguramente, tantos silencios incómodos, pero asumiríamos que el mal, en forma de violencia, pederastia, muerte, huracanes y accidentes de tráfico es tan viejo como el mundo. Y que nosotros sólo deberíamos hablar para avisar que viene, que se acerca, y sólo para eso.

(Tribuna de Salamanca, 17/II/09)

lunes, 9 de febrero de 2009

Por qué Penélope Cruz es mentira


Porque un único registro interpretativo no hace de nadie un gran actor. Ni con todo el marketing del mundo.

Porque nunca sabremos hasta dónde habría llegado si no hubiera compartido lecho, fortuna, alfombra roja, repercusión y papel couché con Matthew McConaughey y el actor y productor Tom Cruise, pero lo sospechamos.

Porque encaja en ese estereotipo que la industria cinematográfica USA llama 'lo latino'... –histerismo, irracionalidad, temperamento a flor de piel– y nos tememos que nunca va a salir de él.

Porque no es casual que sus anunciantes le doblen la voz en sus promociones televisivas y los productores opten por lo mismo, aunque la película se emita para el mercado de habla hispana. Y aunque las escuelas de interpretación insistan en que la voz de un actor representa el 50% de su trabajo.

Por Volaverunt, Woman On Top, Vanilla Sky, Hi-Lo Country, Juegos de mujer, Gothica, Sahara, Bandidas, Todos los caballos bellos, La chica de mis sueños...

Porque si gana el Oscar, que lo puede ganar, ése siempre será el premio que nunca ganaron Charles Chaplin, Alfred Hitchcock, Cary Grant, Deborah Kerr, Greta Garbo o Fred Astaire.

jueves, 5 de febrero de 2009

El Gran Wyoming no es periodista

Intereconomía se mete con El Gran Wyoming. Él contraataca con un videofake, un supuesto documento robado por cámara oculta en el que aparece como un déspota colérico, un tirano aborrecible que humilla a una becaria. Intereconomía pica: emite el vídeo y carga contra el presentador de la Sexta. Él demuestra en su espacio diario que todo era una artimaña.

Hasta aquí, los hechos.

A continuación, la cascada de reacciones.

Entre ellas, la del presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), Fernando González Urbaneja. Soprendente. Ética para arriba y ética para abajo. Urbaneja olvida que no todo lo que se emite por televisión es periodismo. Eso sería como decir que los anuncios de colonias de los periódicos son periodismo. Que los anuncios de Obegrass en la radio son periodismo. El Gran Wyoming es un showman que ni es periodista ni lo quiere ser. Es un tipo dedicado a entretener. Y qué hay más rentable a la hora de divertir que jugar al desconcierto. De paso, ha quedado en evidencia cómo algunos informadores contrastan filtraciones, rumores y hasta fuentes. Esta vez Wyoming sí justificó el apelativo de su nombre artístico.