domingo, 9 de noviembre de 2008

Obama ha irrumpido en el escenario mediático no sólo nacional, sino internacional, con el vértigo del personaje público que apenas puede mirar lo que ocurre a su alrededor mientras corre más deprisa. Ha irrumpido, protagonista y víctima al mismo tiempo de sí mismo, en un teatro de representaciones y simbolismo, en el que cada parpadeo, cada sístole y diástole, pasan a cobrar la importancia extrema. No recuerdo un presidente de los Estados Unidos que no fuera denostado como figura pública y, sobre todo, como persona. Casi siempre, y por norma, el tipo del despacho oval es tachado de estúpido, de torpe, de inculto y, en resumen, de ‘yankee’, que en realidad es lo único que puede ser y algo en Europa consideramos un pecado capital en sí mismo. Si es republicano, es provinciano, nefasto y dañino para las relaciones internacionales. Si es demócrata, se le busca una becaria de talentos obscenos y listo. ‘Impeachment’ al canto. Obama, además de mucho trabajo por delante junto a su escolta de analistas, consejeros y ayudantes, tiene por delante la dura misión de evitar la lesión pública a la que le va a someter la sobreexposición mediática. Vigilará reacciones, ecos y respuestas con la misma intensidad y desvelo con la que deberá gobernar. Deberá hacerlo, quiera o no. Y será un espectáculo apasionante.

1 comentario:

LA CAÑA DE ESPAÑA dijo...

Independientemente de que me parezca exagerado el eco político que ha causado su elección, lo que sí, tristemente, sospecho es que, debido a la profunda crisis que se le ha enquistado en su país, no pueda realizar esa profunda revolución que quería y no sea el "angel salvador" que algunos esperaban... como Lula en Brasil

(palabra de verificación: un bello nombre de mujer "Polet")