Bernd Schuster no es el tipo más simpático del mundo. Eso, de entrada. Me hace gracia, porque se empeña en ser buen entrenador. Buen entrenador y punto. Y eso es lo imperdonable. Esa es su cruz. Porque un tío que está las 24 horas delante de la cámara no tiene que ser buen entrenador. Lo que debe ser es simpático, enrollado, ocasionalmente divertido. Y, si es posible, guapo. Y si es todo lo contrario, debe serlo con gracia. Quizá está en su recio carácter teutón, de mula trabajadora y sonrisas contadas. Lo que sería pasable si su equipo de fútbol ganase todos los partidos, es la gota que colma el vaso cuando los que ganan se llaman Valladolid o, peor, Real Unión.
Me caería simpático Schuster por su perpetuo enfado con el mundo. Lo haría, sino fuera uno más de los tipos que matan al mensajero cuando éste les trae malas noticias. El mismo tipo que llama mentirosos a los periodistas y le echa la culpa de todos los males de su equipo, después pierde el culo por tener su propia columna en un diario de prensa deportiva. Por experiencia personal, sé que lo único que hace en esas columnas es aportar su foto y cuatro comentarios vagos que el plumilla de turno, generalmente un becario, transforma en un artículo de opinión. Aportar su foto, y cobrar, claro, mucho más de lo que el becario puede escuchar sin llevarse la manos a la boca, presa del estupor. Comer de quitarle el trabajo a los mismos a los que insulta por hacer su trabajo. Casi no entiendo nada.
Me caería simpático Schuster por su perpetuo enfado con el mundo. Lo haría, sino fuera uno más de los tipos que matan al mensajero cuando éste les trae malas noticias. El mismo tipo que llama mentirosos a los periodistas y le echa la culpa de todos los males de su equipo, después pierde el culo por tener su propia columna en un diario de prensa deportiva. Por experiencia personal, sé que lo único que hace en esas columnas es aportar su foto y cuatro comentarios vagos que el plumilla de turno, generalmente un becario, transforma en un artículo de opinión. Aportar su foto, y cobrar, claro, mucho más de lo que el becario puede escuchar sin llevarse la manos a la boca, presa del estupor. Comer de quitarle el trabajo a los mismos a los que insulta por hacer su trabajo. Casi no entiendo nada.
1 comentario:
Schuster(!)
Es que es de lo más "in" quejarse de los periodistas. Como decía la ley de Murphy: "Errar es humano. Echarle la culpa a otro es más humano todavía"
LC
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