
Porque primero quisimos saberlo todo sin entregar nada a cambio. Despues... después, de repente, aparecieron los blogs. Y luego las redes sociales. Y entonces, todo cambió. Contagiados por el infeccioso calor de la emoción, convertimos internet en un espasmo de relaciones personales de gran extensión y piel finísima. La red promovió un intercambio de gustos, aficiones, fobias, lazos, definiciones y coyunturas que nos definen y nos delimitan en una orgía de contactos en la que el último comentario y la última actualización de estado es la única que importa. Twitter, Hi5, Tuenti, Keteke...
¿Es Facebook.com el auténtico y verdadero internet 2.0, o sólo el más importante progreso relacionado con la red desde el e-mail? Quizá sea el primer medio de comunicación de masas horizontal. O la última e inevitable criatura posmoderna que ha parido Occidente. Su crecimiento, exponencial, inabarcable, tiene mucho de orgánico. No es casual que se extienda como un virus de inevitable transmisión.